Mucha gente (y, sobre todo, muchas mujeres) jamás aprenden a manejar porque sienten pavor de hacerlo. Es una fobia frecuente y tiene tratamiento. Conducir un automóvil es una actividad psicomotriz compleja influenciada por las emociones, que nos exige conocer previamente la forma en que debemos reaccionar ante las diferentes situaciones (estímulos) que se presentan en el tránsito.
Entre las emociones, el miedo es definido como la sensación de angustia provocada por un peligro real o imaginario. Cuando el temor le impide a una persona controlar adecuadamente esas situaciones experimenta un padecimiento conocido como amaxofobia, palabra derivada del griego “amaxo”: carruaje y de “fobia”: miedo.
La franja etaria más afectada por la amaxofobia se ubica entre los 30 y 40 años y se desarrolla en forma paulatina, puede comenzar con miedo a manejar en la autopista, luego en algunas rutas, hasta llegar a presentar una imposibilidad casi completa de manejar.
Sudor, ahogo, temblor, taquicardia y dolor de estómago son algunos de los síntomas que padecen los afectados. Incluso se dan casos de personas que se ven obligadas a parar el auto ante la sensación de descontrol que los invade.
Esta fobia a manejar es una de las más difundidas en los últimos años, pero la sociedad todavía no es consciente de su extensión ni de su importancia, se trata de un trastorno que en ciertos casos ni los propios conductores que lo padecen quieren reconocerlo.
Parece que no es fácil contar a los demás que se tiene “pavor al conducir”. Y menos esperar que lo comprendan, explica el Psicólogo Gustavo Bustamante.
Bustamante señala dos causas frecuentes: una mala experiencia al aprender a manejar o haber estado mucho tiempo sin conducir. El psicólogo Alfredo Cía, de la Asociación Argentina de Trastornos de la Ansiedad, agrega otros dos: “un accidente puede dejar secuelas físicas o psíquicas o la agarofobia” (rechazo a los lugares abiertos) que suele derivar en la imposibilidad de manejar.
Estudios indican que para los hombres que han sufrido o presenciado un accidente grave representa el 40 % de las causas del miedo, mientras que en las mujeres este porcentaje baja al 25 %. Este dato se relaciona con los estudios hechos sobre los índices de accidentalidad, que muestran ser mayores en hombres que en mujeres.
Tal vez no desde lo consciente, pero sí desde lo cultural tampoco deben desestimarse los efectos que provocan los comentarios y actitudes de padres sobreprotectores o parejas desconfiadas que menoscaban la autoestima del conductor.
Otros probables desencadenantes de la fobia son: conducir bajo efectos climáticos adversos, el tránsito congestionado, conducir de noche, llevar exceso de ocupantes en el auto, entre otros.
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